lunes, 1 de noviembre de 2010

El encuentro y la despedida

Corrí lo más rápido que pude, las lágrimas corrían por mi rostro sin parar, temía no volver a ver más a la profesora Luz, de pronto vi algo brillar sobre la nieve, me detuve caí de rodillas, tomé aquellos objetos dorados, mire detalladamente, eran dos grandes clavos de oro, rápidamente los tiré, se me había venido a la cabeza la imagen aquella que se ve en las iglesias católicas, un hombre sobre una cruz con clavos en sus manos y pies.
_¡¡¡Damián!!! – me llamo Magenta.
Alce la mirada y justo delante de mi estaba aquella sonrisa
-Magenta, gracias a Dios – la abracé rápidamente, estaba tan feliz de verla.
-¿Dónde estabas? – le pregunté algo enfadado.
-Perdóname, no quise asustarte, fui por ayuda – me respondió.
-¿Conseguiste a alguien? – le pregunté.
-De hecho sí – me respondió emocionada.
De pronto entre las sombras salió un viejo, se me hacia familiar, en ese momento recordé aquella cara de muerto, no era señal para alegrarme aquel señor me daba una sensación de odio, era el viejo desaparecido al que le alquilamos las cabañas
-¡¡¡Magenta apártate de él!!! – grite rápidamente mientras me apresuraba a agarrar a Magenta.
El viejo la sujetó por un brazo contra su voluntad, Magenta luchaba para soltarse, corrí hacia el maldito viejo, de repente mis pies se separaron de la nieve, me encontraba en el aire
-¿Te gustaron los clavos de oro? – me preguntó con una sonrisa sádica el viejo.
Pude ver cómo los clavos se elevaban del suelo, con fuerza pegué de un árbol, y los clavos se dirigieron hacia mí, como flechas atravesaron mi piel.
-¿Qué coño cree que hace? – le grito Magenta.
Podía sentir la sangre correr por mis manos y pies, me había crucificado contra el frío árbol, el dolor era imperecedero, las lágrimas parecían salir solas, el viejo golpeó con fuerza a Magenta, a tal punto de dejarla inconsciente, me dio la espalda y caminó hacia la oscura sombra del bosque, el dolor me hacía ver borroso, de pronto pude ver cómo mi cuerpo brillaba, lentamente cerré los ojos, y pude sentir como iba perdiendo el conocimiento…
…Cuando desperté, no había señal de sangre por ningún lado mire mis manos y no había herida alguna, podía sentir un agudo dolor en los pies pero ni una sola gota de sangre, me coloqué levemente de pie, me sentía un poco mareado , era tarde miré el reloj de mi muñeca eran las 10:40 PM, de repente escuché un grito desgarrador, parecía ser la voz del viejo macabro que había secuestrado a Magenta, corrí a través del bosque nocturno impulsado por el dolor de perder a mis amigos, por el deseo de encontrar a Magenta y la ira de matar a la Quimera, me apresuré, al dar unos pocos paso me resbalé, me fijé con que había resbalado y eran trozos de carne, mire sobre mi y colgando de una rama estaba el viejo decrepito sin órgano alguno, lo habían mutilado de la peor forma posible, no me pude contener y vomite, era asqueroso, el olor a sangre me había mareado, me recosté sobre un árbol miré mis manos y las tenia llenas de sangre, di un paso hacia delante y tropecé con una roca, caí en aquella fría nieve, pensaba en donde se encontraba Magenta, tenía la sensación de que no se encontraba bien, temía que su vida hubiese acabado
-¿Qué demonios hago aquí? - me pregunté molesto conmigo mismo.
-¡¡¡Coño de la madre!!! - recordé que en la pequeña mochila que colgaba en mi espalda se encontraba el libro de hechizos que la vieja bruja me había agasajado.
Me puse de pie, saqué aquel libro, pude sentir cómo me llamaba a leerlo, una fría sensación corrió en mi espalda, de pronto un fuerte puño me golpeó en el pecho, me elevó hasta un árbol,
-¡¡¡Mierda!!! No soporto más esta situación, a cada rato sin avisar algo me golpea contra los malditos árboles – me dije a mi mismo, verdaderamente molesto.
Mire rápidamente qué había sido el origen del fuerte coñazo, no podía ver nada, de pronto la Quimera saltó en dirección hacia mí, me sorprendió, me sentía indefenso hasta que miré en mis manos el libro, busqué un hechizo mientras corría entre los árboles, rápidamente leí en voz alta
Haz de volver de donde viniste,
Tu demonio perecerás,
Con mi poder nadie podrá,
Da un paso y vuelve atrás,
Quédate allí, pues contra mi magia no lucharas
Fue sorprendente sentir cómo la energía corría por mi cuerpo, la fuerza se concentró en mis manos, me detuve y elevé mis brazos apuntando hacia la Quimera, de pronto un rayo de luz azul eléctrico se proyectó de mis brazos e impactó contra la criatura, fue asombroso, envió a la Quimera lejos de mí, me sentí agotado como si hubiese botado mi energía, así mismo corrí lo más rápido que pude, sin fijarme en el camino, tenia sueño, de pronto perdí el equilibrio y caí por una quebrada, me golpeé la cabeza y caí en el agua, abrí los ojos el agua era helada, por un momento pensé que iba a perder el conocimiento y mi vida acabaría allí, determine que aun tenía mucha fuerza, así luchaba contra la corriente tratando de nadar hacia la orilla , pisé en el fondo y pude sentir un cuerpo, reaccioné rápidamente y pude ver el color del agua, era roja, su sabor era semejante al hierro, me encontraba nadando en sangre, bajo el agua se encontraban pedazos de mis amigos, con desespero nadé hacia la orilla, me sostuve con fuerza de una rama y pude salir fuera de aquel río de sangre
-¡¡¡No, mi libro!!! – grité con desespero mientras buscaba el libro.
Era inútil, mi libro se había ido al fondo de ese río, y ni loco me sumergiría hasta allá, me puse de pie lleno de sangre fría, corrí lo más rápido que pude, me adentré una vez más dentro de aquel bosque oscuro, miré mi reloj nuevamente eran las 12:30 AM,
<< Aquí estamos de nuevo en el inicio y el fin de la historia >>
Con la garganta seca y el corazón acelerado, el temor de lo desconocido me azotaba, mis ojos contemplaban un paraíso oculto y húmedo tras la niebla densa del bosque oscuro de la madrugada, corría con pasos largos que cada vez se acortaban por el cansancio, tropezando con piedras, podía sentir que mis pies estaban casi ensangrentados con los golpes que recibían. El desespero que tenía por encontrar a mi Magenta era enloquecedor, me decía a mí mismo:
-Ya no hay por qué preocuparse.
-La bestia se ha ido.
-Sólo eres tú y el bosque... piensa en Magenta está asustada... Búscala corre, corre…
Con la débil voz que emergía de mi seca garganta trataba de gritar el colorido nombre de mi amiga:
-Magenta, ¿Magenta dónde estás? Responde, por favor…
Seguía corriendo esta vez con un ligero presentimiento que me hacia preguntarme a mí mismo:
-¿Estaré caminado en círculos?
-¡¡¡Sí estoy caminando en círculos!!!
-Por Dios esto no puede estar pasando…
Me di por vencido y caí en el suelo como una roca en el fondo del río…
Ya no sabía qué hacer.
Cuando de pronto desde el suelo miré la copa de aquellos inmóviles y como muertos árboles que no tenían ni una sola hoja, aquella fría estación se hacía sentir, con su aterrador y desierto color blanco…se podía ver aquel deslumbrante color rojo carmesí, era un riachuelo de sangre que corría a través de las ramas de aquel viejo árbol, se notaba que era el árbol más antiguo debido a su gran tamaño, de pronto aquel bosque dejó de parecer desierto, el temor me hacía pensar que había algo más asechando entre los restos de árboles caídos, la criatura aun estaba allí, me decidí a seguir con la mirada aquella línea de sangre, cuando llegue a el origen de aquella obvia señal de muerte ; perdí el aliento , podía sentir el dolor que ardía en mi ser, era como si una estaca de hielo atravesara mi corazón, una lágrima se daba a conocer , corriendo lentamente por mi rostro, en aquel árbol apenas se podía reconocer el cuerpo colgado de Magenta, tenía una daga clavada en el corazón, una daga especial que las mayoría de las veces se usa para robar energía de las personas o para la realización de sacrificios humanos, conseguir a Magenta muerta me destruyó, ya no hallaba motivos para vivir, todos mis amigos habían muerto en esa maldita isla, las personas que me importaban se habían ido , mi vida no valdría nada si yo siguiese vivo después de todo esto, sentía como si parte de mi corazón hubiese sido arrancado, Magenta ya no estaba a mi lado , aquella sonrisa deslumbrante que yo amaba tanto dejaría de vivir en el mundo tridimensional y pasaría a ser solo un recuerdo en mi cabeza, despertar y conseguirme con la sonrisa de tan bella chica me daba una razón para esforzarme para triunfar , sin ella ese motivo de vida se volvía borroso.
Cuando en ese bosque blanco y de cristal, sólo quedaba una criatura sedienta de almas poderosas y yo, parecía que el único blanco fácil en ese momento era yo, en ese momento supe lo que siente un indefenso ciervo cuando el depredador mayor asecha, mis defensas eran nulas, mi libro mágico yace en el fondo de un río, quizás la corriente lo llevó río abajo, podía usar magia, pero no recordaba los hechizo, siempre dependía de el libro, no me molestaba en memorizarlos, era irónico que tuviese magia y sin poder usarla , pensaba en las posibles escapatorias de ese problema, el suicidio sería un acto de cobardía, y … ¿enfrentar a la bestia? … una mala idea estando desarmado, estuve pensando unos minutos , y de pronto se me ocurrió algo, fue como un milagro que alguien tan alejado de la magia recordara semejante hechizo, solo tenía esa opción y me aterraba la idea de que esa era la única salida, la daga que tenía Magenta en el corazón, era una excelente herramienta mágica para matar a la maldita QUIMERA, con esa idea en mente subí hasta la cima de aquel árbol y con dolor de ver la cara de la joven Magenta destrozada le arranque la daga del corazón, aquella daga era pesada, hecha de oro y plata pura, me uní con la sangre de Magenta, llené mis manos de la misma, la aproxime a mi rostro y dibuje una pequeña cruz en mi frente, decidido vengar a mis amigos , usé uno de los pocos hechizos que me sabía, el hechizo consistía en usar la energía de mi cuerpo como círculo de metamorfosis que le daba luz a los minerales y elementos que se encuentren a pocos metros de mí.
_ Espíritus del aire la arena y el mar reúnanse para al ángel liberar, al viento esta rima ofrendo protector o guía blanco te convoco en este momento.
Cuando los árboles llenos de luz empezaron a florecer, eso era como darle sangre a un tiburón, pude sentir el crujir de dientes del demonio, se aproximada como un rayo entre los árboles destrozando todo lo que hallaba en su camino preparé la daga, la clave en el suelo e inmediato me arrodillé,… el silencio era increíble, de pronto apareció una niebla alrededor de mí, era tan densa que si una piedra era arrojada hacia ella no tocaría el suelo…, sentí el frío aliento que en mi cuello soplaba y el hedor a sangre que de su boca brotaba, para que el hechizo que había planeado funcionara tenía que sacrificarme. De esta forma tomé la daga el temor que la criatura me producía era tan grande que apenas podía hablar, con un débil aliento murmure:

-Aunque tinieblas padezco
En esta vida mortal
Porque si de luz carezco
Aun tengo vida celestial,
Por más ciego que me encuentre
Sin luz y a oscuras viviré
Con mi sacrificio
A este demonio al infierno mandaré.

Les confesaré algo, no sé en qué pensaba cuando me apuñalé con la daga, si hubiese estado pensando no abría podido matarme a mí mismo, quizás era en mis amigos, en imaginar cuanto temor y dolor debió de haber sentido la pobre Magenta ante aquel maldito demonio
Al separar la daga de mi corazón la sangre ya no era común, era de color azul, mi sangre era santa, con fuerza atravesé el corazón de la bestia, mi sangre era cómo un veneno que la destruía de adentro hacia afuera, de pronto de su garganta surgió un chillido, era tan fuerte que podía sentir cómo la sangre corría por mis oídos, la Quimera ardía mientras se convertía en cenizas, yo tenía aquella excitante sensación de satisfacción al ver la criatura sufrir, el fuego la consumía cómo esa cosa consumió el alma de mis amigos, ya podía sentir cómo la gran cantidad de sangre que había perdido se hacía notar, mis piernas se habían adormecido, caí desplomado al suelo, listo para recibir a la muerte con los brazos abiertos… me desangraba mientras buscaba en mi cabeza algún cargo de conciencia…era inútil, lo hecho está hecho, sólo pensaba en que mis amigos me esperan tras la luz, de pronto por mi mente corrieron los recuerdos de todos aquellos momentos que había pasado junto a mis amigos, pensaba en Magenta , Cristal, Ashley y la profesora Luz ,me sentía mal era increíble que unas vacaciones se hayan convertido en la razón de muerte de unos adolescentes, ¿Por qué teniendo una vida por delante, jóvenes con un gran futuro, vienen a morir de esta forma?, siempre había imaginado que moriría en una cama con miles de arrugas marcando mi edad, ya tenía claro que de la muerte no había escapatoria ni errores, al parecer la isla tenía sed de muerte, y los desafortunados viajeros se convirtieron en la presa perfecta para el demonio, pensar en los padres de los jóvenes que murieron aquí, en mis padres en todos aquellos que recibirán la noticia de nuestra muerte, de pronto sentí como mi corazón se detenía, vi como todo a mi alrededor se oscurecía lentamente y entre las sombras brilló como un amanecer nuevo una cálida luz plateada que me abrazó.
-Allí están mis amigos - me dije a mi mismo.
Sonriendo me dejé llevar por ella.
-¿Estoy muriendo? - Me preguntaba una y otra vez mientras perdía mi última chispa de fuerza.