domingo, 12 de septiembre de 2010

Liberación de la Quimera

Me dirigí hacia el bosque, camino al río, el frío era desastroso, podía sentir cómo mis labios se quebraban y mi quijada temblaba, mi mirada no contemplaba nada más que miles de pinos iguales rodeados de una espesa y fría nieve, saqué de mi bolso el afiche y busque algún mapa que me llevase hacia el supuesto río, pero no había nada referente a él, solo había caminado unos minutos y parecía que hubiese estado caminado por horas, las piernas no me daban, por suerte pude escuchar la voz de Katherine y di unos cuantos paso más y ya los tenía a todos frente a mí,
-¡¡¡Dami viniste!!! Ven el agua esta cálida – me grito Ashley desde el agua.
Lo que me pareció extraño era que solo se estaba bañando Ashley,
-¿Por qué no se han metido al agua? – le pregunte a Robbie.
-Mete la mano en el agua, Ash está loca – me respondió algo alterado.
Me acerqué al río y metí la mano en el agua, un escalofrió recorrió todo mi cuerpo, la mano se me adormeció, el agua estaba casi congelada, rápidamente le pedí a Ashley que saliera fuera del agua, parecía estar a gusto, como si no le afectase de alguna manera el frío, la tomé de la mano y la saqué del agua, de inmediato le pedí que se secara y que nos devolviéramos a la cabaña para que se calentara frente a la fogata, cuando dimos media vuelta todo estaba cambiado , de pronto aquel bosque había dado un cambio total, parecía que habíamos viajado al corazón del bosque.
.¿Estamos perdidos, verdad? - pregunto rápidamente Katherine.
-No, sólo hay que caminar hacia el frente por allí vine yo – le respondí con expresión dudosa.
Caminamos por veinte minutos hacia la dirección que yo había señalado, era claro que estábamos perdidos, dimos unos pasos más y de pronto llegamos a un campo abierto, parecía que los árboles nunca hubiesen tocado aquella tierra, los árboles estaban ubicados de forma circular dejando ese enorme espacio erial, Ashley se quedé estupefacta, parecía hipnotizada, podía ver cómo caminaba lentamente hasta llegar al centro de aquel campo vació,
-Ash, ¿Qué te pasa? - Le pregunté algo asustado,
<>- pensé.
No me respondió, de pronto Katherine le pidió a Robbie que la sacara de allí, tenía miedo, eso era obvio, quizás porque yo también lo tenía, un silencio se tragó al bosque, las nubes se volvieron oscuras y empezó a nevar, Katherine empezó a llorar, podía sentir el temor que ella tenía en ese momento, era algo espeluznante era una extraña sensación, podía sentir cómo la muerte nos marcaba uno por uno, Ashley nos miró y de pronto empezó a levitar, una lágrima cayó en el suelo, era mía yo había empezado a llorar sin darme cuenta, aquello era algo fuera de este mundo, y de pronto una luz enorme de color gris plateado iluminó frente a ella
-¡¡¡Vamos Robbie!!! Corran, corran -les grite con fuerza a Robbie y Katherine.
Ellos venían tras de mí y de pronto miré hacia atrás
-Sigan corriendo – les grité nuevamente.
Yo me detuve a ver lo que ocurría. Pude ver como una caja de luz de un tamaño enorme estaba justo frente a Ashley y como si fuese una pesadilla aquella caja dejó salir a una criatura espeluznante, la cual miró hacia mí, me quedé petrificado, Ashley cayó al suelo y me miró, rápidamente sentí como algo jalaba de mi brazo, era Robbie.
-¡¡¡Vamos marico corre!!! - me pidió asustado.
Yo corrí lo más rápido posible, en un abrir y cerrar de ojos estábamos frente a las cabañas, asustados empezamos a decirles a todos que corrieran, que había un demonio en el bosque, todos se habían alarmado.
-¿Dónde está Johnny? – pregunto la profesora.
-El dijo que se regresaría a la cabaña justo cuando llegamos al río – respondió Katherine.
Lo que más me había preocupado era que en la cabaña sólo estaban Magenta, Aurora, Alice, Nick, la Prof. Luz y Agatha
-¿Dónde están los demás? – pregunté asustado.
-No han llegado del bosque – me respondió Magenta.
-¿Y Ashley? – Preguntó la profesora.
-Creo que está muerta – respondí con temor.
-¿Pueden madurar?, no sean tan estúpidos, ¿un demonio?, ¿no se les pudo ocurrir nada mejor? – Grito Cristal con algo de temor.
-Están locos de verdad, ¿cómo pueden esperar que nos creamos eso? – dijo Aurora, con tono burlón.
De pronto entre los árboles de aquel bosque un grito hizo eco, era la voz de Theler
Aterrados todos se miraban las caras, rápidamente la profesora Luz corrió hacia aquel bosque
-¡¡¡No!!! Por favor, regrese- grité asustado.
-Profesora creo que no es buena idea que vaya hacia allá – le advirtió Agatha.
-Mis alumnos están bajo mi responsabilidad, no se muevan de aquí – nos pidió mientras se adentraba en aquel oscuro lugar.
Aurora convertida en su sombra fue tras ella,
-¡¡¡Aurora!!! La Prof. Nos pidió que nos quedáramos aquí – le grito alterada Magenta.
Ella lo ignoró por completo, de pronto se escuchó otro grito, esta vez era de Johnny, asustadas, Agatha, Cristal y Magenta corrieron hacia la cabaña.
Rápidamente corrimos Robbie y yo hacia aquel bosque, Katherine corrió hacia la cabaña, cuando nos adentramos en el bosque había una niebla oscura entre los árboles, seguimos corriendo en busca de la profesora, él iba delante de mí, en un abrir y cerrar de ojos ya no lo podía ver, me asusté.
_¡¡¡Robbie!!! -traté de gritar, los nervios no me dejaban.
Miré hacia atrás y no había señal alguna de las cabañas, me di la vuelta y corrí lo más rápido que pude, nuevamente cerré y abrí los ojos y caí en el suelo de un tropezón, alcé la mirada y allí estaba la cabaña, escuché un grito en la cabaña de las chicas, corrí hacia ella lo más rápido que pude, abrí la puerta y sobre aquel techo había una criatura monstruosa de tres cabezas, pude reconocerla, era sin duda la Quimera la criatura que aparecía en mi libro, aquella de la que me habló la vieja bruja en la biblioteca, era una especia de mezcla entre una serpiente, cabra y león, rápidamente salto hacia nosotros, Agatha alzó la mano con fuerza a punto hacia la bestia y pude sentir cómo el tiempo hacia juego con nosotros, todo se quedó en un silencio total, una luz de color amarilla se desprendió de la mano de Agatha era algo mágico, rápidamente disparó como un rayo a la espeluznante criatura fuera de la habitación, todos se habían asustado, Katherine corrió hacia la puerta y salto rápido fuera de la cabaña, allí estaba Robbie parecía como si le hubiesen intentado arrancar el corazón , su sangre caía como un río sobre la nieve, nos miró y cayó sobre el suelo, aquella mirada nos decía algo, quizás era una despedida, vi como sus ojos perdieron el brillo de la vida
-¡¡¡Robbie!!! – Grito desesperada Katherine, mientras corría hacia el.
-¡¡¡Nooo!!! -Le grité.
De pronto la bestia cayó sobre ellos como una flecha y les destrozó todo el cuerpo, parecía como si fuesen muñecos, sus restos en pedazos caía por doquier, nuestros rostros estaban salpicados de sangre, la Quimera volteo y miró con sus seis ojos nuestras caras, con un chillido se dirigió hacia nosotros a gran velocidad, Cristal alzo ambas manos y arqueo las rodillas, una especie de burbuja de un azul celeste nos rodeó, la criatura golpeó rápidamente contra ella como si fuese una especie de pared invisible, podía ver cómo Cristal sangraba por la nariz, Magenta se asustó a tal punto que empezó a llorar en silencio, sus lágrimas corrían sobre su rostro rápidamente
-Damián no me dejes – me pidió. Yo estaba tan asustado como ella, con tan sólo ver morir a Robbie y Katherine frente a mí, me impresionó enormemente, Cristal tomó mi mano y me dijo que corriera, que no podría detener a la criatura por mucho, de un empujón envió a la criatura unos pasos atrás, mientras corríamos, Cristal venía tras de nosotros, la Quimera se había puesto de pie y corrió rápidamente hacia nosotros,
-¡¡¡Cristal!!! - Gritó magenta.
La Quimera había saltado sobre ella, la tomó por los pies, y mordió su cabeza como cascanueces a la nuez, pude sentir cómo gritaba, tomé la mano de Magenta y corrí lo más rápido posible, mire tras de mí y vi cómo había quebrado el cráneo en pedazos, se entretenía como un perro con un juguete, sentía como se rompían los huesos de Cristal, Magenta gritó de una forma desgarradora al ver cómo había quedado nuestra amiga, seguimos corriendo hasta que los pies no daban mas , caímos en la nieve, nos escondimos tras unos árboles caídos que formaban una especie de presa, allí permanecimos por unos minutos, el temor era un tormento, podía ver a Magenta llorando, me puse de pie.
-Magenta vamos sigamos corriendo hay que salir de aquí – le pedí con temor.
-Ella asintió con la cabeza - se colocó torpemente de pie.
Corría junto a ella lo más rápido posible, tomé su mano esperando nunca separarme de ella, entre los árboles pude ver el río donde habían estado jugando mis amigos, Magenta dio a conocer un grito espeluznante, aquel río estaba de un color rojo vivo, era obvio que sus cristalinas aguas se habían teñido con sangre, a la orilla de aquel río pude ver un cuerpo, era el cuerpo de Theler y el de Johnny totalmente mutilados, Magenta cerró sus ojos y se dio la vuelta, me había asustado de tal manera que una vez más tomé la mano de Magenta con fuerza.
-Vamos sigamos, hay que buscar ayuda -le supliqué.
Pudimos escuchar un ruido aterrador, estábamos claros que aquella criatura venía rápidamente tras nosotros, Magenta asustada corrió por la orilla del río rojo, podía sentir como apretaba fuertemente mi mano, fuimos subiendo a través del río, hasta llegar a un punto donde el color rojo era casi negro, podía percibir un olor a sangre, parecía una carnicería, pude ver numerosos cadáveres en el agua y fuera de ella, mi cuerpo se paralizaba poco a poco, podía sentir cómo las manos de Magenta se enfriaban de tal manera que llegué a pensar que se estaba congelando, tenía miedo lo admito, no sabía cómo actuar en ese momento, seguí caminado Magenta señalo una caverna a lo lejos, caminamos en dirección hacia ella, en un abrir y cerrar de ojos estaba en la boca de la montaña, la caverna era oscura.
-Magenta crees que puedes hacer lo que hiciste en la cabaña, usa tus poderes – le supliqué.
-¿Quieres que intente crear luz? – Me preguntó.
-Sí – le respondí con algo de emoción.
De pronto en un intento, colocó las manos en el aire y pude sentir cómo el lugar se llenaba de energía, parecían pequeñas corrientes de luz que provenían de miles de cosas a nuestro alrededor, pasaban a través de mí y llegaban a un punto en las manos de Magenta, era algo hermoso presenciar semejante fenómeno mágico.
<<¡¡¡Detenla!!!>> Algo gritó en mi cabeza, trataba de decirme algo parecía asustada aquella voz, sin pensarlo dos veces bajé los brazos de Magenta.
-¿Qué ocurre? – me preguntó algo enojada.
-Algo me dice que no deberías de usar tus poderes – le respondí preocupado.
-Tengo increíbles poderes que nunca había imaginado, ¿y me niegas que no los use? – Me respondió con la voz alterada.
De pronto se puso de pie y miro hacia el bosque, dio un paso y se desplomó como una columna de hielo
-¿Magenta estás bien? – le pregunte mientras la colocaba suavemente entre mis brazos, estaba helada, parecía una muñeca de porcelana.
-Tengo miedo, no quiero morir como mis amigos, me siento mal por todos, acabo de perder a Cristal, no sé qué hacer, quiero ir a casa – me respondió llorando.
Suspiré, no sabía qué decirle, pensaba con qué cara vería a los padres de mis compañeros cuando tenga que decirles que del viaje sólo sobrevivimos magenta y yo, ciertamente morir en aquel bosque era una mejor forma de escapar en comparación de enfrentar a los padres de mis amigos, miré el rostro de Magenta y contemplé sus llorosos ojos… era triste que aquella radiante sonrisa se haya convertido en llanto, nunca antes la había visto llorar, y hubiese preferido no verla así nunca, caímos juntos sobre la fría y blanca nieve, podía escuchar el latir de su corazón, su respiración era cálida, sentir el suave aliento de tan soñado amor era maravilloso, me hacia olvidar la oscura realidad que vivía en el momento, mire una vez más su rostro, ya se había dormido, cerré los ojos y pude sentir cómo todo a mí alrededor desaparecía…
… Al despertar pude ver que Magenta no estaba a mi lado, me asusté, rápidamente mire a mi alrededor no la hallaba por ningún lado, me puse de pie y corrí fuera de la caverna
-¡¡¡Magenta!!! – la llamaba a todo pulmón.
-Maldita sea, siempre yo y mi sueño pesado, no debe de haber cerrado los ojos ni un minuto.

jueves, 9 de septiembre de 2010

Llegada Al Infierno Blanco

Abrí los ojos cuando escuché los escandalosos comentarios de mis compañeros, a mi lado estaba Ashley, mire a través de la ventana del avión y pude ver a través de las densas nubes una luna nueva de color blanco
-Ash mira la isla, no es nada tropical – le dije impresionado.
-¡¡¡Guaoo!!! No veo nada verde en ella – me dijo extrañada.
El avión había dado la vuelta para aterrizar, se podía sentir un ligero cosquilleo en el estómago cuando descendía, al final todos se encontraban aplaudiendo, el avión ya había tocado tierra, habíamos comprado comida en el aeropuerto y comimos en el avión, así que al llegar a la isla nadie pensaba en comer. El avión era pequeño a tal punto que nosotros éramos los únicos veinte pasajeros, ya habían abierto las puertas. Al aproximarnos a la salida nos abrazó un fuerte frío, se sentía una presencia de muerte en el ambiente, fuera del avión todo aquel paisaje era de un color blanco, parecía que la naturaleza había olvidado darle color alguno a esa isla, por suerte el mal tiempo en Venezuela nos obligó a trae abrigos, con los abrigos protegiéndonos de los fríos brazos del aire, todos se dirigían camino a los taxis, entre todos incluyendo a la Prof. Luz habíamos pagado cinco taxis para que nos llevara a los veinte alumnos a las cabañas donde nos hospedaríamos, fuera del aeropuerto no había señal alguna de civilización, sentía como si me hubiese muerto, aquel paisaje muerto te absorbía, la carretera de un color negro húmedo y brillante rodeada de un bosque de pinos deshojados le daban una triste y desolada apariencia a la isla.
El viaje en carretera a la cabaña de hospedaje parecía ser infinito, estábamos a tres horas en carro a la civilización más cercana y quizás la única en la isla, cuando parecía que nunca llegaríamos allí estaba la cabaña, con su frío aire y apariencia abandonada, todos se habían sorprendido por lo solas que se encontraban las cabañas, ya los taxis se habían ido, eran las 10:24 PM a pesar de lo oscuro que se encontraba el bosque, las cabañas tenían luz, era escasa pero no me quejaba, entre las sombras de una esquina salió un viejo con bastón
-¿Qué hacen aquí? - Preguntó alterado aquel viejo con cara de muerto.
-Buscamos dónde hospedarnos – le hizo saber la profe Luz.
Aquel viejo miro a la Prof. con un rostro frío y molesto.
Luego el viejo miró lentamente nuestros rostros y dejó la mirada paralizada en Ashley, algo había visto en ella que lo aterro, rápidamente le dijo a Ash en voz baja.
-No creo que tú debas de estar en esta isla, no eres bienvenida.
-¿Qué diablos le pasa? El mundo es libre, voy y me quedo en donde yo quiera - le respondió ofendida Ashley.
Luego en cuestión de segundos el depravado viejo le dio las llaves de las cabañas a la profesora Luz, todos se quedaron algo intrigados con la forma de actuar de aquel viejo. Así todos fueron pasando a los cuartos, al final estábamos ubicados en 2 cabañas para las mujeres incluyendo a la Prof. Luz, cada una con seis mujeres y una cabaña para seis hombres, con el cansancio que teníamos por las ocho horas del viaje, todos nos fuimos a dormir, así paso la noche.

En la mañana siguiente estaba todo tranquilo, abrí los ojos y mire a mí alrededor, sólo estaba Nick sobre su cama.
-Nick, Nick, perro, abre los ojos – le gritaba.
-¿Qué?, ¿Qué pasa? – me preguntó.
-¿Dónde están todos? – le pregunté.
Rápidamente Nick se puso de pie, miró a su alrededor y se apresuró a vestirse.
-Deben de estar comiendo, muévete – me dijo apurado.
Apresuradamente me vestí y salimos corriendo de la cabaña. Afuera estaba Robbie jugando con nieve junto a Katherine, se notaba que había algo entre ellos, se podía decir que eran novios.
-Buenos días – les saludé.
-Hola Damián - me saludaron al mismo tiempo, casi ensayado.
-Damián – me llamó Johnny un compañero de clases, alto, delgado, de piel clara y con cabello castaño a nivel de los ojos.
-¿Qué pasa? Le pregunté.
-Mejor tú y Nick se apresuran en la cocina están desayunado.
Rápidamente corrimos hacia la cocina, estaban casi todos comiendo, le pregunté a la profesora Luz algo sorprendido:
-¿Profesora de dónde sacaron esta comida?
-Estaba en el refrigerador – me respondió alegremente.
Después de desayunar tenía un frío enorme, me preguntaba de dónde sacarían esos abrigos, ¿sería yo el único que no sabía que la isla era un desierto de hielo?, de pronto Johnny me arrojó algo a la cara.
-¿Qué es esto? – pregunte.
-Se le llama abrigo – me respondió sarcásticamente.
-Sí yo sé que es un abrigo, ¿Pero de dónde los sacaste? – le pregunte.
-Estaban en los armarios, todas las cabañas los tienen – me respondió.
Por un lado era genial que hubiese abrigos para todos, nadie esperaba conseguirse con nieve y frío en lugar de playa y sol, de pronto la profesora nos llamó a todos, nos habíamos reunidos afuera de las cabañas en una mesa de campo, la profesora nos dijo preocupada, que el viejo que nos había dado las llaves la noche anterior no estaba por ningún lado, lo había buscado por todos lados, parecía que la tierra se lo había tragado. Las Estrellas empezaron a quejarse, al parecer los celulares no tenían cobertura en aquel desolado lugar, estábamos a tres horas en carro a la civilización, y el mayor problema, no había carro alguno en aquel lugar.
Todos estaban algo preocupados, con excepción de Theler, un chico de baja estatura, cabello liso algo alborotado, piel morena clara y una personalidad digamos que le cae mal a cualquiera, según él, el viejo no estaba desaparecido, estaba lo más seguro en el bosque, dicho esto se encamino hacia el frío y solitario bosque, la profesora Luz le insistió que se quedara e intentó detenerlo, pero el estúpido de Theler se dio media vuelta y siguió en dirección al bosque, con odiosidad Joel un chico, bajo algo robusto, ojos achinados y cabello negro alborotado le pidió a la profesora
-Déjelo profesora, quizás un oso lo devore…
Todos se quedaron mirando a Joel algo frustrados.
Yo me sentí algo intrigado por la decisión de Theler, sabía que por alguna razón no era buena idea, además tenía en mente las malditas palabras de Joel “quizás un oso lo devore”
-¡¡¡Damián!!! - me llamo Ashley.
-Dime Ash – le respondí.
-En el folleto de viaje dice que hay un río, con un misterio fascinante, al parecer nadie le ha encontrado aun el lugar de origen ni de donde provienen sus aguas.
-¿De verdad? – Le pregunté impresionado.
-Vamos a salir un grupo a buscarlo ¿Quieres venir? – Me pidió con entusiasmo - no creo Ash, tengo que ayudar a la profesora Luz y a Aurora a organizar unas cosas, luego quizás te alcancé – le comenté.
-Bueno vale, nosotros ya vamos a salir – me dijo con cara de desilusión.
-Oye Ash, ten cuidado, no se alejen mucho del campamento – le advertí.
Ellos iban camino al bosque y yo me regresaba a la cabaña, en realidad no tenía nada qué hacer, solo quería tener un tiempo a solas para leer el libro que la vieja bruja me había obsequiado, enseguida me acosté sobre mi cama, saqué el libro de mi bolso. De pronto como un fantasma apareció en la puerta Agatha, del susto tiré el libro al piso.
-¿Qué pasa, estás nervioso? – me preguntó Agatha.
-No para nada – le respondí.
-¿Qué, acaso eso es una porno? – me preguntó con una cara de asco.
-No para nada – enseguida le hice saber.
-Ok está bien – me respondió.
-¿Y qué es lo que buscas? – le pregunté.
-Nada, sólo pasaba a ver si había alguien más aquí todas las chicas se fueron al bosque – me comentó.
-¡¡¡Guaoo!!! Parece que ese bosque atrae a las personas como un imán – le comenté.
-Sí, en el campamento sólo están Magenta, Aurora, Alice, Nick, la Prof. Luz tú y yo - me dijo con una cara fatigada.
Guardé el libro en un pequeño bolso impermeable y lo cargué en mi hombro, Salí fuera de la cabaña y miré a mí alrededor, todos estaban hablando con la profesora Luz, parecía todo normal, dejé a Agatha junto al grupo y la profesora,...

martes, 7 de septiembre de 2010

Camino a la agonía

Pasaron las horas, el equipaje ya estaba listo, el resto del día lo pasé pensando que estaba a solo unas horas para que fuese lunes, el viaje se acercaba cada vez más.
Era increíble habían pasado rápidamente las horas, definitivamente aquella isla nos atraía como un imán a los clavos, me acosté sobre el sofá de la sala, mi casa estaba tan silenciosa que el latir de mi corazón parecía tan fuerte como el sonido de un tambor, era obvio, mis padres no estaban, habían salido por unos días fuera del pueblo, me hallaba solo, podría decir que aquella espeluznante sensación de abandono me preocupaba, aquella enorme casa con los largos pasillos a oscuras, parecía sacada de película de horror, las altas paredes blancas, parecían perderse entre la profundidad de las sombras
Dios, el silencio me atormentaba, parecía que no podía respirar, me apresuré a buscar mi Ipod y me acosté a escuchar una canción que verdaderamente era relajante y me ayudaba a reflexionar y pensar en las cosas malas y buenas que habían pasado durante el día, aquella canción se llamaba I Don´t Wanna Miss A Thing, de AeroSmith, así poco a poco me fui durmiendo, podía sentir cómo el sonido de aquella canción sonaba cada vez más bajo.
De pronto abrí los ojos, pensé que aún era domingo por la noche, la sala seguía a oscuras, con la diferencia de que el tono del ambiente era gris, se escuchaba agua caer sobre el tejado de la casa, no cabía duda que estaba lloviendo, me coloqué de pie, miré a mi alrededor, la casa seguía sola, el piso estaba helado, nunca en mi vida había sentido semejante frío en Higuerote, al principio no me preocupé, me imaginaba que era sólo la lluvia la que producía aquel semejante frío, vi el reloj que colgaba en la cocina el cual marcaba las 8:15 AM
-¡¡¡ Mierda!!! ¡¡¡Ya es lunes!!! – Exclame asombrado.
Enseguida corrí hacia el cuarto, pensaba para ducharme, el frío era tan fuerte, que pensar en el agua corriendo sobre mi cuerpo me daba escalofrío, me vestía lo más rápido posible, me caí un par de veces intentando colocarme el pantalón, cuando estaba listo, rápidamente cogí el teléfono, la señal estaba jodida, la lluvia hacia interferencia, estaba preocupado, la lluvia caía cada vez más fuerte, parecía granizo, intentaba una y otra vez llamar a un taxi, cuando la señal llegó , me pude comunicar con la línea de taxis, sólo me quedaba esperar desde la entrada de mi casa la llegada del taxi.
Miraba desde la puerta, aquel cielo gris, se percibía la fuerte sensación de tristeza, parecía que el eterno y caluroso verano de Higuerote se había convertido en un invierno sigiloso, lluvia helada caía desde el cielo, parecía una fuerte lluvia de cristales, de pronto entre el pavimento mojado apareció el taxi, ya estaba frente a mí, corrí hacia él, sintiendo las frías gotas de lluvia en mi cara, parecían mil agujas clavándose en mi rostro.
-Buenos días – saludé al conductor.
-Buenas, ¿A dónde va? – me preguntó.
-Hacia el aeropuerto – le respondí.
El frío era enorme , por suerte avía decidido llevar un par de abrigos en mi bolso de viaje, uno de ellos reposaba en mis manos, sin pensarlo dos veces me coloque el abrigo esperando ahuyentar el frío de mi piel, pasé todo el camino mirando a través del cristal de la ventana del auto, podía ver la lluvia chocar contra el vidrio, parecía que las frías gotas querían golpear mi cara, el agua caía sobre el techo de aquel taxi, parecían piedras, el vidrio empañado hacía que me sintiera ahogado en el silencio, mis ojos se cerraban solos, casi me dormía, de pronto me a recosté del asiento e incliné mi rostro hacia la ventana, sentía como me dormía poco a poco..
…Cuando abrí los ojos el auto se estaba deteniendo, allí estaba el aeropuerto, parecía abandonado a su suerte, no se veía la congestión de personas con su equipaje, le pagué al conductor del taxi, y puse los pies sobre el húmedo suelo, me resbalé, si no fuese porque me agarré de la puerta del carro quizás me hubiese roto la cabeza contra el suelo.
-Buen viaje - me deseo con cara de hipócrita el viejo conductor.
-gracias - le respondí con cara de amabilidad fingida.
El clima era desastroso parecía que nunca cesaría la lluvia, habían pasado horas lloviendo y algo me decía que las negras nubes no querían dejar de manar agua, el paisaje parecía un sueño en la oscuridad, era como si cenizas hubiesen teñido el día de un gris decolorado, caminaba a través de los pasillos del aeropuerto, parecía que nadie aparte de nosotros pensaba viajar ese día, a lo lejos podía ver sentados, tranquilos con mirada perdida, algo que era extraño en mis compañeros, tan desordenados y escandalosos, parecía una epidemia de tristeza, y el trasmisor de esa enfermedad era el clima
-Hola ¿Qué pasa? Pregunté algo preocupado.
-Nada solo que al parecer no saldrá nuestro vuelo si la lluvia no cesa – me respondió Aurora con su sereno y encantador rostro.
Me había sorprendido un poco, nunca pensé que Aurora hubiese venido a este viaje, Aurora es una chica tranquila y estudiosa, de piel morena con cabello alisado un poco mas debajo de los hombros, de frenillos, ojos marrones y una alegría especial, que a pesar de no demostrarla tan seguido la lleva consigo siempre.
Tuvimos un rato en el aeropuerto, ya casi nos regresábamos a nuestras casas, la profesora Luz no había llegado aún, la habíamos esperado desde hace media hora. Cuando ya nos decidimos a volver a casa, se pudo ver por el largo y solitario pasillo del silencioso aeropuerto con una extraordinaria energía a su caminar, la profesora Luz, con pasos sigilosos y decididos, se podía ver como al paso de aquella energía en forma femenina, las negras nubes y las fuertes gotas de agua se desvanecían dándole paso en un abrir y cerrar de ojos al sol, eran pocos los alumnos que se dieron cuenta del extraño fenómeno climático.
-Hola mis amores – saludó alegre y dulcemente la Prof. Luz.
_Hola profesora la estábamos esperando – respondí algo enfadado.
_Bueno ya estamos aquí, vayámonos – dispuso la Prof.
-Creo que el viaje no se realizará – intervino Magenta.
-Profesora por favor tenemos que viajar, estas vacaciones no las quiero perder – suplico Robbie.
-Bueno hoy se hará el viaje – respondió la Prof.
La profesora se acercó a la cabina de atención al cliente, no habían pasado ni cinco minutos, cuando salió, con cara alegre nos dijo.
-Mis bellezas tropicales, hoy viajamos…
-¡¡¡Sí!!! – Se escuchaban los aplausos y gritos de alegría. Inconscientemente celebraban unas vacaciones a la boca del diablo.
Fuimos pasando a abordar el avión – me ubiqué en mi asiento, desde la ventana miraba el iluminado cielo – no creo que aquella fuerte lluvia haya sido coincidencia, algo no quería que fuéramos a la maldita isla e ignoramos su advertencia.
Esa fue la última vez en que mis amigos vieron la cálida luz del sol de Venezuela.

miércoles, 1 de septiembre de 2010

La chica de cenizas

Me acosté listo para dormir, la leyenda de la quimera, seguía en mi memoria…
-Damián, Damián, por favor ayúdame - era una voz triste, se parecía a la de Ashley…
-Ash… ¿Dónde estás? - gritaba con temor.
De pronto mire a mi alrededor y me encontraba en un bosque oscuro, corrí tras la asustada voz de Ashley, repentinamente me detuve y pude contemplar una imagen, era una silueta femenina que se aproximaba lentamente emergiendo de las tinieblas de aquel bosque.
-¿Tienes miedo? – Me preguntó.
-Sí – le respondí con temor.
-No temas, todo está bien – me respondió.
Cuando la puede ver… era el cuerpo desnudo de Ashley, se aproximaba lentamente, de pronto con voz perdida susurró:
De cenizas he venido a este mundo mortal
De cenizas he de volver
Mi cuerpo humano en fuego ha de arder.
Tan pronto como termino esa oración, su cuerpo empezó a arder en fuego, podría ver cómo su piel se convertía lentamente en cenizas, me asusté, apenas podía respirar, mis pulmones se habían paralizado, corría lo más rápido que pude, tratando de huir de ella, pero era inútil aun seguía tras de mí, era como si no hubiese corrido ni un centímetro…de pronto abrí los ojos, la luz del sol atravesaba la ventana hasta tocar mi rostro, eran las 6:30 AM, había estado soñando, me apresuré a vestirme, así salí corriendo camino al colegio.
Al llegar allí estaba Ashley… me acerqué a ella
-Hola Ash ¿cómo estás? ¿Te encuentras bien?
-Hola Dami, sí me encuentro perfectamente bien – me respondió con cara extrañada - ¿Por qué lo preguntas? – me curioseó.
-Es que anoche soñé que…
-Mis niños bellos, todos ordenaditos para empezar la clase -Interrumpió la profe Luz con la clase de literatura.
-No importa solo preguntaba – le hice saber a Ashley.
Pasé toda la mañana pensando en aquel sueño, aun cuando iba regreso a casa, cuando estaba almorzando y cuando cenaba.
-¿Te pasa algo? -Me preguntó mi mamá.
-No, solo estoy algo abrumado - le respondí con fatiga.
Me retire de la mesa y me fui a bañar, entré al baño, todo estaba frío, la cerámica azul agua se sentía como hielo auténtico, en la ducha podría sentir la misma sensación de temor, como si estuviese nuevamente en aquel sueño, el agua recorría mi cuerpo, se sentía como seda acariciando mi piel, de pronto cerré los ojos y pude ve cómo el agua se teñía de rojo rápidamente los abrí con temor
-No estoy loco, solo fue mi imaginación - me dije a mi mismo.
Repetía constantemente en mi cabeza – te estás tomando muy a pecho aquel sueño, sólo fue una estúpida pesadilla.
Apresuradamente me fui a dormir con esas palabras en mente, observando la impenetrable muralla oscura de las sombras en mí habitación, perdiéndome en el intenso y profundo color negro, la luna estaba en mis pupilas a través del cristal de mi ventana, su luz iluminaba de un color plateado mi cama, en un cerrar y abrir de ojos allí estaba el ardiente sol de la mañana, suspiré con alivio, había pasado una noche tranquila, ya aquel sueño parecía haberse perdido en el abismo de la mente adolescente, paso a ser un recuerdo perdido.
Nuevamente allí me encontraba yo, miércoles por la mañana, entrando al salón, esta vez con una energía especial.
Así todo fue pasando me encontraba a mí mismo algo emocionado – ¿será por las malditas vacaciones? –
Pasó el jueves, viernes y el sábado sumamente rápido, como si el tiempo estuviese a favor del tan esperado viaje, ya era domingo por la mañana, abrí los ojos y allí me encontraba, pensativo sobre la cama,
-Hoy será un largo día - me dije a mi mismo.
Pasé casi una hora sobre la desacomodada cama y cuando ya estaba decidido a empezar a empacar, algo me recordaba aquellas palabras que había dicho Alice, podría escuchar la odiosa y dominante voz de Alice diciendo una y otra vez:
-de veinte alumnos sólo regresarán dos.